24 ago 2013

El arte, los contextos y la gestión cultural

Daniel. A
Contreras, Malgré Tout



El arte a lo largo de los años ha sido entendido desde distintos ángulos y ha representado ideologías acordes a los momentos históricos y sociales en los que la producción artística se ha generado. Una prueba de ello son los distintos conceptos que a lo largo de la historia ha tenido el arte. Es por esta razón que cobran especial relevancia los contextos en los que se produce una obra de arte.

Hace algunos años, estando de vacaciones en Oaxaca, tuve la oportunidad de visitar una exposición escultórica en el museo de arte contemporáneo. La muestra tenía como eje central la basura y el reciclaje; el nombre del expositor afortunadamente lo he olvidado. La exposición no me gustó en lo más mínimo, y me preguntaba ¿Quién dijo que esto era arte? A la distancia creo que la pregunta era válida porque me encontraba en un recinto cultural destinado a la exposición de obras de arte. De habérmelo encontrado en la calle, por ejemplo, ni siquiera me hubiera pasado por la mente hacerme tal pregunta y hubiera dicho, “que lástima que Oaxaca esté tan llena de basura en este lugar”. En este caso se puede ver que la concepción del arte no es la misma del “artista”, de las autoridades del museo —incluido el curador—, del consumidor, etc., y que los contextos ecológicos, sociales y económicos en los cuales está enmarcada la exposición influyen tanto en la elaboración de las piezas, su exposición y posterior consumo. Esto no es nada nuevo, a lo largo de la historia de la humanidad, las distintas manifestaciones del arte han cobrado especial importancia y ésta ha sido reflejada en algunos textos.

Para Heráclito “Arte y virtud, tienen que ver siempre con lo que es difícil, especialmente porque lo bueno es aún mejor cuando es alcanzado con la mayor de las dificultades.” (1) Me imagino lo tortuoso que debió ser en la antigua Grecia hacer una escultura, por ejemplo, con tal grado de perfección que hasta hoy en día son imitadas y admiradas.

Para algunas personas el arte debe ser bello. Esto puede parecer muy subjetivo pues pareciera que este “término” depende de la apreciación personal de quien mira una obra de arte. Kant en su libro Lo bello y lo sublime caracteriza a lo bello con la armonía y productora de una gozosa serenidad, y lo sublime como lo que aparece en los objetos de poder y proporciones desmesuradas, cuyo primer efecto es el de señalar los límites y la insignificancia del hombre, pero que tiene el segundo efecto de despertar, por la reacción, la creencia en la superioridad moral y el mundo suprasensible del hombre. Lo cual me lleva a la conclusión de que si lo bello se puede definir y caracterizar, entonces el arte también, luego en el arte hay reglas que se deben de seguir. En caso de considerar al arte como algo bello —cosa que no necesariamente es cierta, pues obras como “El Gernica” de Picasso y “El grito” de Edgard Munch, hablando de pintura son contraejemplos de esto—entonces se tiene un parámetro para decir que es arte y que no.

Para Hegel de las distintas artes, la poesía era la más sobresaliente. En su libro Poética escribe: “La poesía o arte de la palabra es por consiguiente el tercer término, y al mismo tiempo la totalidad que reúne los extremos formados por las artes figurativas y la música. En efecto, como la música, encierra la percepción inmediata del alma por si misma, de la cual carecen arquitectura, escultura y pintura. Por otro lado, se desenvuelve en el campo de la imaginación, que crea todo en mundo de objetos de carácter determinado de las imágenes de la escultura y la pintura. En fin, la poesía es más capaz que arte alguno de exponer un acontecimiento en todas sus partes, tanto en la sucesión de pensamientos y de movimientos del alma como el desarrollo y conflicto de las paciones”. (2)

El lenguaje utilizado por Hegel se muestra al igual que Kant: es muestra de la hegemonía de la clase burguesa a la cual pertenecían. Hegel concluye: “Hemos comenzado con el arte simbólico, cuyo espíritu individual intenta manifestarse en vano, tanto en el fondo como en la forma; hemos pasado después al arte clásico, que representa el principio sustancial de las cosas teniendo conciencia de sí mismas en la individualidad viviente; hemos terminado con el arte romántico, que distingue la profundidad y la intimidad de los sentimientos del alma, la personalidad absoluta, libre en sí misma y moviéndose en si libremente. Hemos visto a éste llevando esta liberación y necesidad de satisfacer a si mismo hasta separarse de lo verdadero y de los real, en lo que se puede llamar humor de comedia”. (3)

Como se puede apreciar, Hegel —incluidas todas sus manifestaciones— caracteriza al arte en distintos niveles: el simbólico, el clásico y el romántico. Ya no estamos hablando de una pieza en si misma —literaria, pictórica, escultórica, etc.— sino del impacto que tiene en el consumidor, en lo que representa, pero sobre todo como una respuesta a una necesidad (lo que hoy en día llamamos necesidad cultural). Con Hegel, la obra de arte se analiza ya en un contexto.

Lenin incorpora, a través de la ideología marxista, el carácter clasista de la ideología y esta lucha de clases es reflejada en las distintas obras intelectuales como en la literatura. Lenin escribe: “es necesario que los obreros no se encierren en el marco artificialmente restringido de la ‘Literatura para obreros’, sino que aprendan a asimilar más y más la literatura general. Incluso sería más justo decir, en vez de “no se encierren”, no sean encerrados, pues los obreros leen y también quieren leer todo cuanto se escribe para los intelectuales “. (4)

Lenin
Gramsci comenta: “Mas la obra de arte comprende también otros elementos ‘historicistas’, amén del mundo cultural y emocional determinado”, y son los del lenguaje, entendido no sólo como expresión puramente verbal que en todo momento se ve reflejada en la gramática, sino como conjunto de imágenes y modos de manifestación que no encontramos en la gramática. Estos fundamentos se aparecen más claramente en las otras artes.”

Más adelante en el mismo texto comenta: “Dos escritores pueden representar (expresar) el mismo momento histórico social, uno puede ser artista y el otro un simple presuntuoso. Limitar la cuestión a manifestar, con más o menos acierto, que los dos representan o expresan las característica de un determinado momento histórico-social, no es ni siquiera rozar el problema artístico… Cualquier periodo histórico social no es nunca homogéneo, sino que más bien aparece rico en contradicciones”. (5) Pero como decía Heráclito: “De los contrastes surge la armonía”. Gramsci no lo dice, pero deja entredicho que además de los contextos sociales y económicos también el “Talento” de quien elabora un producto pretendidamente artístico, es un factor igualmente determinante en la producción artística.

A lo largo de la historia, la humanidad ha tenido necesidades materiales de vestido, de vivienda, de alimentación, etc. —incluidas también las necesidades culturales— que satisfacer. Para ello, elabora productos materiales (y culturales) para satisfacer estas necesidades, la manera en la que estos se producen, es lo que determina a una sociedad, esclavista, feudal y, en nuestro caso, capitalista. Vivimos en una sociedad dividida en clases sociales y el carácter de clase se manifiesta también en las obras de arte. Considero que Mao sintetiza la presente discusión al señalar que: “En el mundo actual, toda cultura, toda literatura y arte pertenecen a una clase determinada y están subordinados a una línea política determinada. No existe, en realidad arte por el arte, ni arte que esté por encima de las clases, ni arte que se desarrolle paralelo a la política o sea independiente de ella”. (6)
Warhol, Mao

Para ejemplificar mejor lo arriba señalado me permitiré hacer una cita más. Mijaillifshitz, en su libro La filosofía del arte de Karl Marx, comenta: “Si se compara a Rafael con Leonardo Da Vinci y el Tizino, podrá ver hasta qué punto las obras de arte del primero se hayan condicionadas por el florecimiento a que entonces había llegado a Roma bajo el influjo de Florencia, como más tarde las del tercero por el desarrollo, totalmente distinto de Venecia. Rafael, ni más ni menos que cualquier otro artista, se hallaba condicionado por los progresos técnicos de los artes logrados de devenir de él, por la organización de la sociedad y la división del trabajo dentro de su localidad, y finalmente por la división del trabajo de todos los países con los que su localidad mantenía relaciones de intercambio. El que un individuo como Rafael desarrolló su talento depende enteramente de la demanda, la que a su vez, depende de la división del trabajo y de las condiciones de cultura de los hombres, que de ello se derivan”.

El arte es pues también una manifestación de ideología de las clases sociales, cada una de ellas tratando de imponerse a su contraria, la hegemonía cobra en este sentido un papel crucial en esta lucha de clases.

Retomando lo anterior y volviendo a mi visita a Oaxaca, creo que la idea no era mala. La basura y el reciclaje son temas de actualidad que reflejan a la sociedad contemporánea. El levantar conciencia sobre esta problemática es algo urgente en nuestra sociedad, pero es una verdadera lástima que en este caso se haya intentado hacerlo con muy poco talento y creatividad.

Aparte de los contextos sociales, culturales y económicos, también existen los personales. Se cuenta que el escultor Jesús F. Contreras, nacido en Aguascalientes y amigo del músico Manuel M. Ponce, perdió su brazo derecho, sin embargo continuó su creación artística. Una pieza de este autor esculpida en mármol llama la atención: “Malgré Tout” que quiere decir “A pesar de todo”. La pieza en cuestión tiene este nombre por dos razones, porque a pesar de contar con un solo brazo fue capaz de elaborarla con tal maestría, pero también adquiere este nombre porque representa a una mujer que a pesar de encontrarse desnuda, a pesar de estar tirada y humillada, a pesar de estar encadenada, a pesar de llevar unas esposas que ya ha logrado romper, de que a pesar de todo, sigue luchando. Entender esta obra sin conocer el contexto en el cual fue elaborada sería como verla sin llegar a mirarla.

En cuanto a la discusión sobre si las artesanías son arte, considero que para visualizar a las artesanías en su contexto como piezas de arte hay que detenernos un momento para comentar su historia. Antes de que el capitalismo se desarrollara plenamente, los productos utilitarios de la población eran producidos por artesanos independientes. En el México colonial y en el siglo XIX, los artesanos formaban cofradías y vivían en barrios, de ahí los nombres de algunas calles de las ciudades de ahora, (calle de plateros, tabaqueros, etc.). Este tipo de producción era la norma generalizada. Al irse introduciendo la producción en serie y la incorporación de materiales sintéticos y de las tecnologías, los artesanos se convirtieron en asalariados. Las pocas personas que continuaron trabajando como artesanos se ven en la disyuntiva de producir productos simples y de poca calidad para poder competir con los producto elaborados en serie, o bien poner toda su creatividad, talento y técnicas para producir pocas piezas, pero con un alto valor artístico y cuyo mercado está restringido a pocas personas, a un precio más elevado. Algunas de este tipo de obras son consideradas verdaderas obras de arte; cabe señalar que no toda artesanía es una obra de arte.

Las artesanías y las obras de arte de un mismo periodo histórico determinado obedecen a las mismas circunstancias de las relaciones de producción, a las relaciones sociales y económicas de este periodo determinado.

 Las obras de arte, por su origen no pueden ser producidas en serie. Ésta es una de las semejanzas que las obras de arte tienen con las artesanías. La producción artística puede ser utilitaria o no: las artesanía tiene su origen en la producción de artículos utilitarios, estas diferencias son las que debemos tener en cuenta cuando comparamos al arte con las artesanías.
 
Goya, Dos de Mayo
Recuerdo cuando era niño, en mi libro de historia había una ilustración de un cuadro de Goya que me impactó mucho y sin embargo en esos años no entendí muy bien por qué. En un libro de historia había la fotografía de una pintura con una imagen por demás impactante, el tema que estaba estudiando era “la independencia de México de España”. Como es sabido una de las causas externas que influyó en la independencia de México fue la invasión de Francia por Napoleón y sus ejércitos a España. El cuadro referido es “2 de mayo”: en él se muestra a civiles españoles frente al paredón a punto de ser fusilados por los soldados franceses. En el mismo libro había otra ilustración de otro cuadro de Goya llamado “El pelele”, un pequeño cuadro en el que se ilustran juegos y entretenimientos del pueblo español, como el de la “Gallina ciega”. Había mucha diferencia de los temas y la manera en que los cuadros estaban hechos, a pesar de ser del mismo autor ¿Qué pasó entre la creación de cuadros representando festividades y alegría y el de 2 de mayo? La intervención francesa en España, esto lo entendí muchos años después, pero en su momento se me quedó muy grabada la idea de que una de las causas de que México se independizara de España es que ellos vivieron una situación muy terrible, similar a la que nuestros antepasados vivían bajo el yugo español.

Algo parecido se puede decir de los cuadros de Diego Rivera en su etapa cubista, cuando estaba en Francia, como “El matemático” y los cuadros de caballete en donde se ilustran a indígenas vendiendo alcatraces. ¿Qué pasó entre la creación de unos cuadros y otros? La Revolución Mexicana.

Rivera, Vendedora de Alcatraces
La pintura es sólo una de las manifestaciones artísticas, tan importante como la escultura, la música, la escritura, el cine, etc. Todas estas ramas del arte tienen en común que son el reflejo y producto de la sociedad en un tiempo determinado, son el resultado de guerras, de intercambios comerciales, culturales, económicos, sociales.

En noviembre pasado, con motivo de la celebración del Día de Muertos, una amiga me invitó a asistir a un concierto en de la Filarmónica de Coyoacán. La pieza que interpretaría la filarmónica era “El réquiem” de Mozart. El director de la orquesta, antes de empezar el concierto dio una breve explicación de la pieza que estaban a punto de interpretar: nos dijo que la obra describía a un alma que había fallecido y que emprendía el camino al cielo. Hay un momento, nos dijo, en que esta alma se encuentra ante Dios, y en este momento Mozart los describe con un largo silencio. “La pieza no termina ahí, por favor no aplaudan, se trata del éxtasis de un alma que se encuentra frente a Dios” enfatizó el director. Creo que esta aclaración fue muy oportuna, pues de no haberlo hecho yo que no soy conocedor de la música de Mozart, seguramente me hubiera puesto de pie para aplaudir justo en ese momento. Lo cual me hace reflexionar sobre los contextos en los que son creadas las distintas obras artísticas.

Para su presentación en público de obras artísticas se requiere de todo un proceso de diseño y planeación de la exposición, pero no se trata de solamente diseñar proyectos culturales y hacer lo necesario para hacerlos realidad: el trabajo es más grande aún. Al presentar una obra artística ante un público, se debe partir de las necesidades culturales y sociales que tienen los posibles consumidores de los productos culturales; para que estos tengan un impacto más pronunciado en el público es necesario saber contextualizar las obras presentadas, para que éstas puedan ser entendidas y disfrutadas de una manera más integral, más productiva.

Mi madre es una mujer que no tuvo una educación escolar más allá de la primaria; es católica de hueso colorado. Cuando era niño, ella quería inculcarme esa religión, llevándome a la iglesia todos los domingos, tarea que resultaría inútil en cuestión espiritual, pues terminé siendo ateo. Antes de empezar me decía, mostrándome los cuadros que había dentro de la iglesia, “mira, ese es San Cristóbal”. Me decía: él era un hombre muy grande y fuerte, ayudaba a pasar a la gente de una orilla a otra del río Jordán. Continuaba diciendo: “el niño que lleva en hombros es Dios, cuando San Cristóbal lo llevaba en hombros sintió un gran peso, el peso de todo el mundo… Mira ese otro cuadro, es San Agustín. Está en la playa y hay un niño. Él se preguntaba sobre el misterio de la Trinidad cuando vio a un niño que había hecho un hoyo en la arena, luego iba al mar y llevaba un poco de agua que vertía en el hoyo, cosa que hacía una y otra vez. Al ver esto San Agustín, le dijo al niño, ¿Por qué lo hacía? A lo cual el niño, que era Dios, le dijo, ‘quiero poner el mar en este hoyo’ y Agustín le dijo. ‘Eso es imposible’. A lo que el niño le respondió: ‘Es más fácil que yo ponga el mar en este hoyo a que tu descubras el misterio de la Trinidad’… La Virgen aparece en los cuadros sobre una media luna porque está pisando al Islam…” Y así continuaba mi madre, cuadro por cuadro, domingo tras domingo. Hoy entiendo que lo que hacía mi madre era lo que los curas habían ideado para enseñar la religión de una manera didáctica, la religión a través de la pintura. Esta forma era más práctica así, pues durante muchos años la gran mayoría de la población y de fieles no sabían leer y escribir, o como en el caso de mi madre tenían muy poca instrucción académica. Pero TAMPOCO SE REQUIERE DE UNA FORMACIÓN ACADÉMICA FORMAL PARA APRECIAR Y DISFRUTAR EL ARTE.

El arte, además de una mera manifestación de la sensibilidad del artista cumple con otras funciones: puede ser una herramienta para el control ideológico de la población, pero también puede ser una herramienta libertadora, creativa y por qué no, hasta revolucionaria. El dar a conocer esto es una tarea enorme. Sin embargo considero que vale la pena el esfuerzo, que hay que direccionar los productos culturales a través de las obra artísticas (sean pictóricas o de otra índole) para que el público que es el consumidor de estos productos cuente con más y mejores herramientas para su desarrollo personal y por tanto de la sociedad en su conjunto, enfrente los retos a los que se enfrenta todos los días y que de paso goce y disfrute del arte en toda sus manifestaciones, haciéndolo parte de su día a día.

Pero qué hay de los productores de las obras artísticas, ¿cómo interactúan los gestores culturales con los creadores de estas obras? Hace algunos años tuve la oportunidad de visitar Zacatecas. En esa ocasión visité los museos de Manuel Felgeres, de Pedro Coronel, De Pablo Coronel y de Francisco Goitia, todos ellos pintores. Del museo de Manuel Felgeres me llamó la atención que en el pasado ese recinto era la cárcel local y que ahora se exhibían obras de arte abstracto de Manuel. Francisco Goitia vivió la pobreza extrema, sobre todo en sus últimos años de su vida en Xochimilco, y bueno, ahora el museo que hay en su honor era la residencia oficial del gobernador. Parece que a los zacatecanos les gusta la ironía. Una copia del cuadro más reconocido de Goitia es “Tata Jesucristo”, el cual muestra a dos indígenas sentadas en el piso, una de ellas ha cubierto su rostro con las manos, la otra muestra con su mirada la desesperación, la miseria y la marginación de la que son objeto, lo cual contrasta con lo suntuoso del recinto en donde es exhibida la obra. Felgeres aún vive y tiene el suficiente dinero para comprar la antigua cárcel, transformarla en un museo en el cual mostrar su obra pictórica y escultórica. Aunque su arte es abstracto ha sabido, sin embargo, interactuar con la población de Zacatecas de manera directa, lo cual e digno de reconocer, pues más allá de su labor artística, ha jugado el rol de gestor cultural, lo que ha tenido como consecuencia que lo que se aparente obra elitista, se cercana a todo el público. De lo abstracto de su obra ha pasado a lo concreto de las necesidades de una comunidad que siempre está demandando tener acceso al arte.
 
Goitia, Tata Jesucristo
Actualmente vivo en el Distrito Federal. Esta ciudad cuenta con un sinfín de museos y sitios de interés artísticos y culturales. Sin embargo, la calle también se ha convertido en un escaparate para la exhibición de obras escultóricas, como la de Sebastián en donde las obras monumentales de este artista han hecho de esta ciudad un gran museo. Destaca “El caballito” en el Paseo de la Reforma. Esta pieza, aunque no lo parezca, es un respiradero de los ductos de agua negras, que pasan por debajo de la famosa avenida. En lugar de poner un espantoso tubo, Sebastián muestra a una de sus obras más emblemáticas. En este caso la obra de arte además de cubrir una necesidad cultural, está también resolviendo un problema de ingeniería.

Lo gestores culturales no solo de deben concentrar en las necesidades culturales de la población, sino además debe conocer cuáles son sus otras necesidades, sociales, culturales, etc. Nuevamente el arte se convierte en una herramienta transformadora del entorno urbano, lo embellece y se manifiesta como algo más que algo bonito y utilitario.

Los entornos sociales y culturales de las creaciones artísticas son muy importantes y no se deben perder de vista en el quehacer del gestor cultural; son muestra de una realidad concreta y tangible, a veces brutal, otras veces sublime pero siempre cambiante, siempre manifestando la ideología y creencia del artista, siempre interactuando con la sociedad, pues es producto de ésta y es consumida por esta misma sociedad, interactuando siempre y en todo momento. Alguien dijo “no existe el arte por el arte”: la sociedad influye en la creación artística y ésta a su vez a la sociedad, y en medio de todo esto está el gestor cultural y su labor como agente social.

Se podría pensar que el arte no es parte de la cotidianidad de las grandes masas. Sin embargo, como se ha visto, es parte de la realidad diaria de las personas, es parte de la vida hasta de las personas que se creen ajenas al arte. Éste se manifiesta ante la sociedad como una caricia y otras veces como una bofetada. El arte no es algo ajeno a nosotros y no nos debemos sentir profanos ante éste reflejo de la sociedad.


Referencia:

1.- Aristóteles, Ética Nicomaquea, Editores Unidos Mexicanos, México, 2001, p. 36.

2- Hegel, Georg Wilhelm Friedrich, Poética, Ed. GL., Argentina, 2005, p. 24.

3- Hegel, Georg Wilhelm Friedrich, Poética Ed. GL., Argentina, 2005, p. 157.

4.- Lenin, V.I., La espontaneidad de las masas y la conciencia de la socialdemocracia, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1990, p. 159.

5.-Gramsci, Antonio, La formación de los intelectuales, Ed. Grijalbo, México, D.F., 1963, p. 107

6.- Tse-Tung, Mao, “Intervenciones en el Foro de Yenán sobre literatura y arte”, Obras escogidas,  Tomo III, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Pekín, 1971, p. 85.